Nunca preguntes lo que estoy pensando.

"La vida sentirá aún más frío y el fantasma no podrá dormir..."

domingo, 17 de octubre de 2010

Parte I (continúa): De como las hormigas se llevaron el dulce.



"I wrote this novel just for you, that's why is vulgar, that's why is blue." Placebo.


Ya toqué el fondo que los escritores deben tocar (los grandes escritores nadan y hacen burbujas con la mierda que hay en el fondo) y como ya no queda otra cosa útil por hacer, escribiré una loquesea. No tengo proyecto de vida, no me importa. Mi única meta es desvirgar a un opuso haciéndole creer que tengo religión, caprichos y neuronas muertas. Fuera de eso, no tengo más nada...

Empecemos por las trivialidades de la vida, al hacer ese esfuerzo de memoria lo primero que recordamos son las nimiedades, esos detalles que de alguna forma nos marcan, las cosas pequeñas que parecen un todo, cuando el resto pierde importancia. Fumar marlboro rojo con frecuencia, escuchar soda stereo, confiar en el regreso de Cerati ciega y estúpidamente, porque nada le gusta más a una imbécil ingenua que confiar en los regresos y escribir al respecto. Salir con los amigos del colegio, tomar un rato, hacer competencias de cuál es la arepa con diseño más creativo y drogadicto, llegar a la casa en la madrugada para estar contra la pared con el sex buddy que vive en el edificio y luego volver a las crónicas de indias y al blog que tanto daño y reparo causa en nuestras vidas.

Cuando creces sabiendo que estás destinado para hacer algo y luego dejas de creer en el destino, el límite de lo que puedes y no puedes hacer se borra completamente. Ahora, yo quiero que venga alguien a detenerme y no me refiero a sus palabras, que muy ciertas son... Sí, tengo demasiada energía y sí, debo tener cuidado con eso... Pero Sábato (aquel hombre torturado que nunca dejará de consolarme) me habló a través de sus novelas para decirme la verdad: hay que probar todo, para luego destruirlo. Ya yo comencé conmigo misma y según los discursos de perdedores, el límite es el cielo.

Desde hace algún tiempo siento ese mar de fondo en el estómago... Pero el silencio es más fuerte.

Yo escribo, aunque no hagan falta las palabras. Hoy mi profesor de latinoamericana se dejó crecer la barba... Yo creo firmemente que los hombres con barba acaban de últimos. Detrás de todo despecho en mi vida, hay un hombre con barba y poemas... Los hombres que recitan Kafka me desarman, tengo una debilidad por las palabras, le dan cuerpo y significado a los errores y a la noche, pero quien crea totalmente en las palabras es un imbécil y a veces... Necesitamos esa estupidez, de otra manera... ¿Quién soportaría?
...Y aún así, pocas veces resistimos este perreo con la muerte.

El mundo es una gran fábrica, las oficinas son fábricas de esclavos consumistas, los colegios fábricas de animales y putas, las escuelas de letras fábricas de fracasados (palabras verídicas de mi profesora de Teoría Literaria y yo le creo) y así continúa la cadena alimenticia, triste para los que estamos al fondo y sobrevivimos la ley de la selva.

Aunque la vida se acabe, tan rápido como acaban los opusos en la bañera, las palabras que se gastan en sus bocas, no se gastan en los libros... Sin importar cuantas putas se lleven los poemas de Charles Bukowski, nos dejó los suficientes para aguantar los insomnios.

Ahora me arrastro descalza en su cama, sólo para descubrir pedazos de vidrios rotos de aquella vez, aún encajados en mis pies...

Sabía que iba a terminar de arruinar las cenizas, eso quería. Necesito ser libre otra vez, volver a ser cínica y burlarme de las personas ilusas y enamoradas, volver a ser yo. Tuve que matar esa esperanza, siempre con ese golpe con que mueren los recuerdos. Athazagoraphobia.

Y para mí fue importante... Lástima que lo olvidaré pronto. Esto no es un simulacro, es una cortina, aunque no valga la pena mirar hacia afuera. Yo grito (o intento hacerlo), pero de mi boca sólo salen risas confundiéndome en el caos de la tranquilidad, porque todo es normal, todo... Menos los silencios dentro de mí.

sábado, 16 de octubre de 2010

Natural born selfish.

Todas las estupideces que hice, los libros y el alcohol detonaron algo en mí y no pude evitarlo, el error fue escribir.

Yo me reduzco a sobrevivir las noches, vivir los insomnios y maquillar las ojeras.

...Y ensordecer lo que escuché, en aquel tiempo cuando la muerte cegaba nuestro instinto. La típica sordera de las buenas noches, la neblina de la literatura y tus regresos.

Yo sé, la amas con el tinte de su fidelidad...

Pero yo me quemo caminando sola por las aceras, siguiendo los egoísmos naturales de los que no duermen.