Ni esas ganas de repetir momentos que no murieron en camas anónimas.
La peor derrota, la peor pelea.... La que me cansé de no tener, tiré la toalla y me fui. Sé que no ibas a entenderlo y no tenía energía de explicarlo. Parece una estupidez, pero era una enfermedad.
La incondicionalidad no tiene fondo. Te arrastras en ese piso demasiado tiempo para darte cuenta de que sí lo tiene, es un inevitable final que te muerde la lengua hasta encontrar palabras para despedirte
Y no las encontré.
Me sé los acordes de tus excusas y ya no quiero seguir cantando razones para quedarme.